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Foto Pixabay

Mapear todo el genoma de cientos de variedades de  tomates e identificar los rasgos genéticos que los hacen deliciosos. Exacto, así lo ha hecho un grupo de científicos haciendo un exhaustivo análisis genético de muchas variedades de tomates, según publica un estudio publicado en Science.

¿Cómo fue la investigación?

Primero se le pidió a un grupo de consumidores que puntuaran más de 160 muestras de tomate para identificar cuales son los tomates que más les gustaban. El siguiente pasó fue que los consumidores determinaran qué variantes genéticas están asociadas con rasgos específicos de sabor y aroma en los tomates degustados.

Tras conocer las valoraciones de los consumidores, “casi puedes montar un conjunto de herramientas moleculares”, cuenta el coautor del estudio Harry Klee, profesor de horticultura en la Universidad de Florida.

El sabor: La genética del tomate

Klee señala que para llegar a la raíz del problema del sabor, una de las piezas clave es comprender la genética del tomate. Este fue el camino que tomaron los científicos:

  1. Secuenciaron todo el genoma de 398 variedades modernas, antiguas y silvestres de tomate.
  2. Seleccionaron 160 muestras de tomates (aproximadamente la representación de un centenar de variedades), las cultivaron en el laboratorio y las dejaron crecer.
  3. Una vez maduros los tomates, se cosecharon y entregaron a un panel de 100 personas para que los degustasen y valorasen su sabor.

Una vez realizado este paso, el equipo de investigadores pudo entender qué genes mantenían una asociación con los sabores que las personas disfrutan. Llegado a este punto, ya puede decirse que existe un mapa genético para la creación de los compuestos químicos, los azúcares, los ácidos y los compuestos aromáticos que hacen que los tomates sean sabrosos.

Los mejoradores

Según explica el portal agroalimentando.com, que también hace mención al estudio citado, “los mejoradores del tomate no tienen recursos para llevar a cabo un análisis genético completo”. El mismo portal hace mención a las declaraciones lanzadas por Adrian Hegeman, profesor de ciencia hortícola y biología vegetal y microbiana en la Universidad de Minnesota, quien no participó en el estudio y sostuvo lo siguiente: “Esto hará más fácil cruzar dos variedades de tomate diferentes y probar la progenie de ese cruce en las etapas muy tempranas de crecimiento para deshacerse de las plantas que carecen de genes clave vinculados”.

Del estudio se extrae que no siempre es posible combinar todos los rasgos deseables, como por ejemplo un buen sabor con resistencia a las plagas.

Llegado a este punto, hay que ver si los mejoradores de tomate harán uso de este estudio para que el consumidor deguste tomates más sabrosos.

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